Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo.
La democracia, por ser imperfecta, puede mejorar. Las dictaduras, en cambio, se definen como sistemas perfectos y acabados.
El verdadero demócrata es aquel que valiéndose de medios exclusivamente no violentos defiende su libertad y, por lo tanto, la de su patria y, en última instancia, la del género humano.
La democracia disciplinada y lúcida es lo mejor del mundo. Una democracia llena de prejuicios, ignorante y supersticiosa se debatirá en el caos y hasta es posible que llegue a destruirse a sí misma.
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