La historia de Julián


Les cuento: mi amigo Julián recibió la terrible noticia de que su residencia ardía en llamas y su familia había quedado atrapada dentro. Unos meses después pasaba por trigésima vez por el lugar del siniestro, y al mirar los escombros le revivía la tragedia dentro del él. La reacción de Julián era lamentarse, llorar, culpar y sentir un nivel extremo de autocompasión y frustración. Mientras lloraba allí estacionado delante de los escombros; culpaba al electricista, a la compañía de alarmas, al vecino, así mismo y aun a Dios de aquella terrible tragedia. 

Cuanto más miraba los escombros, más se auto compadecía, más resentimiento se anidaba en su corazón hacia los supuestos culpables, y más se desmoronaba su ser interior. Solo hasta que la compañía aseguradora removió los escombros y reconstruyo la residencia; y comunicándole la causa del incendio: el cual había sido un aparato eléctrico mal conectado, fue como Julián comenzó la restauración de su vida, éste aseguraba que el no mirar más los escombros, el no tener que buscar culpables, fueron factores determinantes en ese proceso.

Hay una paráfrasis que dice que reconstruiremos, alzaremos y restituiremos los cascajos “escombros” de muchas descendencias “Generaciones” Ahora bien,. Julián se atormentaba mirando los escombros de su residencia hasta que los removieron; de la misma forma son muchas las personas que se atormentan diariamente mirando los escombros y lamentándose de lo que fue su matrimonio, familia, negocio, cuerpo físico, vida espiritual y emocional, y etc. 

Pues, el estar mirando los escombros solo aumenta la amargura el pesar, el resentimiento, y crea una psicología destructiva de auto compasión. Son millares las personas vencidas, fracasadas, hundidas, postradas que viven culpando al abuelo, la tía, los padres, la ex pareja, a los hijos, el ex socio, etc., etc., viven mirando perennemente sus escombros, cuando Dios dice que tomemos esos escombros de muchas generaciones los levantemos, reedifiquemos y restauremos. 

Para vencer la mentalidad de victima necesitamos mirarnos como reedificadores, restauradores. Muchas de las ruinas que nos siguen a través de generaciones, se deben a que no hubo quien se decidiera a pagar el precio correcto para edificar, fueron personas mediocres que abarataron el proceso de construcción. 

Usando la historia de Julián como metáfora, puedo decirles que muchas personas que fracasan en algún aspecto de su vida, tratan de reedificar pero lo hacen abaratando su vida, tanto el fundamento como la estructura es corriente, así que solo están haciendo provisión para un segundo o tercer fracaso, si vamos a reedificar nuestra vida procuremos hacerlo con un sentido de excelencia, invirtamos lo necesario para lograr un edificio fuerte, majestuoso, recordemos siempre que merecemos lo mejor, y sobre todo que no deseamos otro derrumbe.

Cada aspecto de nuestra vida que fue dañado o arruinado necesita de nuestro cuidado personal, evitemos convertirnos en victimas, somos los únicos responsables del nivel de calidad de su nueva vida, no dejemos esta obra tan importante en manos ajenas, porque si las cosas que desbaraté las mismas vuelvo a erigir en infractor me convierto. No busquemos culpables porque de seguro los encontraremos. Julián, se atormentaba buscando a los culpables de aquella desgracia que terminó con su familia. Al hacerlo solo retrasaba el proceso de restauración, pues al encontrar culpables solo aumenta la intensidad de su dolor, resentimiento y amargura típico de una victima. 

Recordemos: No busquemos culpables; busquemos soluciones, superación, busquemos y encontremos el éxito, caer no es fracasar, fracasar es quedarse postrado cuando caemos; el último capitulo de nuestra vida no esta escrito todavía, levantémonos a escribirlo hoy mismo. ¡Pasemos de victimas a ganadores! 

Pues el fracaso no existe, solo existen los resultados. En el camino de la vida solemos encontrar muchas piedras de obstáculos, pero entendamos que la mentalidad de cada uno definirá como afectaran su trayectoria; Podemos tropezar con ellas y caer estrepitosamente, o podemos usarlas como piedra de escalón para trascender; Quizás esto suene muy frió, 

Pero es una realidad con la que nos enfrentamos todos los días, cuanto mas nos tardemos para asimilar y aceptar esta verdad clave, más nos sumergiremos en la mentalidad de victimas, y mas lejos estarán las posibilidades de auto-realización. 

El fracaso no existe, solo existen los resultados, gracias a Dios podemos reiniciar y obtener resultados cada vez mejores. Y cuando comprendamos que el quedarnos allí en el fondo equivale a ceder todos nuestros derechos a la felicidad y a la libertad, utilicemos ese mismo sentimiento que ahora sentimos como fuerza impulsora.
Debemos asumir que:

“Lo mas positivo de estar en el fondo es que ya no se puede hundir mas” y que desde ese punto; la única salida es hacia arriba.

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