La Coherencia y su Conexión colectiva


Somos coherentes cuando, al actuar, nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento; cuando nuestros actos están de acuerdo con nuestros principios; cuando nuestras palabras van de acuerdo con la verdad.


Pensemos tan solo un segundo, en relación a nuestros actos. Si nuestros actos como padres corresponden a las normas que a nuestros hijos exigimos, creceremos como padres ante nuestros hijos; pero si le damos licencias o ejemplo para actuar en contra de esas normas, nuestros hijos nos descalificarán como padres o, lo que es peor, aprenderán que hay una doble moral, una para el que obedece y otra para el que manda. Interesante! Ejemplos son muchos, cada quien verá en su espejo, la realidad que ha creado a lo largo de su vida. Hay quienes piden respeto pero gritan para exigirlo, hablan de sinceridad y mienten sosamente, justifican errores en vez de afrontarlos. Y así, vamos sembrando en nuestras vidas, semillas empobrecidas que a la larga, serán frutos pobres en valores y principios.


¿Por qué no somos totalmente coherentes?


Desde mi percepción, porque siendo coherentes entre lo que sentimos y lo que reflejamos, nos mostramos desnudos frente al resto y eso, en este mundo que dista de ser ideal (no por eso deja de ser maravilloso) nos asusta, si, nos asusta porque nos hace sentir débiles, en desventaja con respecto al resto...¿porqué? porque dudamos que el resto quiera levantar la guardia y dejar libres los sentimientos y pensamientos que viven, corren y juegan por los extraordinarios y bellos pasillos de nuestro castillo interior, aceptamos a cambio pasearnos por la ínfima parcela exterior, que se muestra ante nuestros ojos.


Es decir, nos colocamos máscaras, tras máscaras, que a medida que avanzamos en la vida se hacen cada vez más y más pesadas, y difícil de mantener, nos transformamos en seres distintos, a lo que realmente somos, pues olvidamos en algún momento que esa maravillosa desnudez es lo que nos hace verdaderamente libres. Señores! ¿Por qué nos dejamos manipular, por un sistema, que día a día nos lleva a ser lo que no somos, para ser lo que ellos o otros quieren.


Ser coherente, significa SENTIR, PENSAR y ACTUAR, en la misma línea, propósito o dirección. La Incoherencia implica, pensar una cosa, sentir otra y hacer otra.


El libro de Urantia nos dice, que la Verdad, la Bondad y la Belleza son atributos de Dios, por lo tanto, ser coherentes, nos lleva a la frase de San Pablo "En Él nos movemos, vivimos y tenemos el Ser". Pues, Nos lleva a ser "Uno con el Padre" y a encontrar el Reino de los cielos, dentro de nosotros mismos.


También es muy cierto, que el ser humano evoluciona, física y psicosocialmente, en contacto con el en-torno que le rodea, y en esa tendencia la gente evita cualquier contradicción entre sus conductas y sus actitudes. Las actitudes se componen de tres elementos: lo que uno piensa, lo que uno siente y su tendencia a manifestar los pensamientos y emociones.


Hay que acotar algo, la incoherencia hace que las personas se sientan desasosegadas, desazonadas, a disgusto. Razón por la cual cambian continuamente sus pensamientos, acciones con tal de ser, o “parecer”, coherentes. Es decir, tratan de equilibrar su pensamiento con sus actos. Cuando hay una marcada diferencia entre ellos, o bien modifican su manera de pensar, o bien se comportan de otro modo. Lean la fábula de la zorra y las uvas su mensaje allí es claro. Siempre estamos casando nuestras decisiones con nuestra conducta y viceversa, y tan fácil que es SER.


Hace algún tiempo, un joven expuso lo siguiente:


«Me gustaría que mis padres, y que usted mismo, supieran ponerse más a mi nivel (el que remarcaba esas palabras con seriedad pero con desenvoltura era Daniel, un alumno de diecisiete años resuelto y reflexivo, al comienzo de la primera sesión de tutoría del curso).


»Me molesta que los adultos hablen siempre con tanta seguridad, que adopten siempre la posición de expertos conocedores de todo. Se lo digo a usted desde el principio, y no para ofender, de verdad. Me gustaría que los adultos se bajaran un poco de su pedestal, que no se dirigieran a la gente joven siempre dando órdenes o consejos.

»Sólo pido que nos escuchen de vez en cuando, que admitan al menos que también podemos tener ideas inteligentes, que se nos reconozca un plano de cierta igualdad, que nos hablen con más franqueza. Aunque no lo parezca, nos fijamos bastante en ellos, más de lo que se creen. Lo que me gustaría es que sus reflexiones no fueran siempre como consejos encubiertos, y que procuraran hacerse cargo de lo que realmente nos sucede.»

Aquella conversación con Daniel me recordaba lo que escribió Romano Guardini:


el factor más eficaz para educar es cómo es el educador; el segundo, lo que hace; el tercero, lo que dice. Son importantes los consejos que se dan, o las cosas que se mandan, pero mucho antes está lo que se hace, los modelos que presentan, las cosas se valoran, cómo unos y otros se relacionan entre sí. Y hay personas que en esto son auténticos maestros, mientras que otros, por el contrario, son un verdadero desastre.

Excelente la exposición y tú que piensas


...MEBA...

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