Los apegos

Todos de alguna manera nos aferramos a algo o a alguien. De las cuales algunas no son nada útiles y  permanecemos apegados. Son quizás viejas costumbres a los que nos sentimos presionados, por ejemplo: las cosas que se amontonan en nuestro escritorio o closet, o llamar cada cierto tiempo a alguien - aunque no tengamos nada que decirles. Todos en algún momento hemos tratado de soltar ciertas cosas. Hay quienes tratan de soltar una relación pasada. Otros de soltar el hábito de juzgarse, de fumar, de tomar o de trabajar excesivamente. Fallan una y otra vez, porque simplemente no pueden y los lleva a aferrase aún más y más con el pasar del tiempo.

La mayoría se obliga e intenta soltarlo. Ahora preguntó: ¿Cuántas personas dejan de fumar, tomar o de trabajar excesivamente? ¿Cuántos paran en realidad? ¿Y por cuánto tiempo?

Estos… una vez al año, al mes o cada dos semanas o días tienen una inmensa sensación de vergüenza, tratan de convencerse a sí mismos: - Esta vez si venceré.- Esta vez voy a ser fuerte. Esta vez, frenaré.-

Sabes… el forzarte a ti mismo no creo que funcione. ¿Lo has pensado?
¿Alguna vez viste a alguien que perdió mucho peso, dejó de fumar o de tomar a la fuerza? ¿Observaste por casualidad lo hambriento y lo vacíos que se veían? Estoy segura, que sí te deslumbraron, al verse diferentes y usar ropa nueva - pero, ¿alguna vez has visto más allá de lo que ellos quieren que veas?

Luego de quitarse ese peso de más, o el vicio - ¿Sabes a donde va? En el caso del peso, éste se acumula fuera del cuerpo y se aloja allí. Y esta mala energía que se sacó a la fuerza – adivina qué- te está esperando –Espera regresar tan pronto como dejes de luchar y de huir de ti mismo, por eso, desde mi percepción luchar en contra no funciona.

Has pensado alguna vez, en tan solo observarte. Te has preguntado: ¿A qué es lo que en realidad te aferras? ¿Es realmente al humo del cigarrillo al que te aferras – o es, a la sensación de algo seguro, algo confiable y conocido que siempre está ahí para ti? Te aferras al alcohol – por su sensación de bienestar o ¿escapas de ti mismo?

Ahora bien, observarse al fumar, al tomar o al trabajar o comer en exceso.. Eso, tan solo observarse, nos lleva con el tiempo a no luchar contra los hábitos, a no juzgarse y a no huir de ellos. Allí, algo cambia, algo importante comienza a suceder. Es la oportunidad valiosa de reconectarse con lo que realmente se es.

Es bueno mirar más allá de cada hábito, de cada apego; debemos mirar mucho más allá de todo aquello a lo que nos aferramos, siempre hay algo verdadero y honesto, que sencillamente necesitamos. Y gracias a que esta necesidad nunca ha sido reconocida por nosotros, desesperados nos aferramos a toda clase de cosas. Somos, como los niños. Pues entre menos amor obtenemos, más nos aferramos a nuestros juguetes. Y con el tiempo tenemos una casa atestada de juguetes y no comprendemos por qué, no logramos soltarlos. 

Les diré… no son los juguetes sino el amor que nunca tuvimos a lo que nos aferramos.
La clave para soltar eso tóxico, está en empezar a recibir. Aprender a recibir el amor, éste te libra a ti mismo. ¡Qué interesante! Cuando recomenzamos a recibir todas estas cosas minúsculas, que realmente necesitamos, algo sana en nosotros. Y comenzamos a comprender que si no tuvimos en su momento una niñez amorosa no quiere decir que hoy no podamos recibir esta particular clase de amor.

Al admitirlo, - no necesitaremos buscar nuevos padres, vicios o a esa persona que un día nos negó el amor que hoy estamos añorando. Saben por qué. Comenzamos a re-conocer el progenitor que vive dentro de nosotros. Y que nos ama profundamente. En nuestra alma habita nuestro mayor tesoro.

Es el momento de recibir, hoy es un momento decisivo para cada uno de nosotros. Es tiempo de recibir más tiempo para nosotros, es tiempo de albergar más quietud, más abundancia, más amor, más suavidad, esto nos hace libres. Aceptar la parte de nosotros que se ha estado aferrando a algo allá afuera, nos lleva finalmente a recibir algo real. 

Podemos tener ese amor, ese espacio, esa experiencia, esa amorosa relación. Simplemente debemos comprender que no la encontraremos allá afuera, en los apegos. Tendremos que encontrarla en nosotros mismo. Nuestra alma está más que deseosa de ayudarnos a recibir. Y mientras estamos ocupados recibiendo todos nuestros dones, ¿adivinen qué? Comenzamos a soltar esas viejas energías que ya no nos sirven. Es como poner a un lado las muletas después de sanar la pierna. Ya no la necesitamos. Un pasito a la vez, y nos libramos. Lleva tiempo y paciencia, conectarse, pero es la manera más hermosa de soltar y recibir algo nuevo al mismo tiempo. Es el reencuentro con nuestra esencia, con la verdad, con lo que realmente somos: Un SER hermoso cargado de maravillosos dones.
...MEBA....


No hay comentarios:

Publicar un comentario