Érase una vez, un
bosque subyugado, en donde hubo un largo largo tiempo en que la luz del sol no
llegaba. En la entrada y hacia la derecha del pino azul detrás de los alerces,
donde se asoma el viejo roble, hasta allí llegó la niña aterrada, casi al borde
de las lágrimas porque equivocó su camino, en ese bosque había un árbol tramposo
que impedía su visión, ella a pesar de su gran temor caminó cautelosa y
mansamente, en su andar se encontró con una gran y oscura charca en la que
vivía un sapo muy inteligente que sin darse cuenta la fue guiando lentamente
por el bosque hasta llegar al corazón de la fronda, para luego desaparecer…
Tras un largo caminar
entre sombras y brincos, la niña abrió sus ojos y lo hizo con desmesura, no
podía creer lo que estaba viendo… observó que habían castaños y cedros que
lucían un brillo especial que venía de su interior, que miles de estrellas
bajaron y se prendieron iluminando todo su entorno. Que las mariposas salieron
de su capullo abriendo y cerrando sus alas a su alrededor, que las hojas
susurraron uniéndose al coro de la improvisada fiesta. Todo se ha dado en un
abrir y cerrar de ojos dijo la niña en su interior.
Su corazón saltaba
jubilosamente, ciertamente ha sido difícil, imposible olvidar lo vivido en el
bosque subyugado donde todo ha sucedido. Ella, a pesar del influjo de esa
algarabía se dispuso avanzar y progresar sobre sus propios pasos, tras esa
decisión valiente, una nube de luciérnagas la acompañan a partir de ese momento
para guiar su camino, sin miedo y sin llantos. Pues supo en su corazón, que así
es que nace el futuro cierto, cuando en la conciencia del SER el bien se
despierta.
...Meba...
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