La luz oculta

Atardecía, entraba la noche y a lo lejos en el horizonte se ocultaba el último rastro de luz. Un manto oscuro envolvía lentamente el cielo, aquel hermoso cielo que parecía un mar, cuando la luz radiante del sol lo acariciaba dulcemente y que daba paso a esa esfera platino, que se apreciaba en esa inmensidad oscura.

Cerca de ella se encontraba una pequeña estrella. Titilaba como nerviosa por la luz platino que recibía. Y se preguntaba a sí misma ¿por qué la Luna siempre parecía como afligida? La pequeña estrella no se atrevía a decírselo, era muy tímida, pero su poder interior de ayudarla y verla feliz pudo más que sus propios miedos; sigilosamente se le acercó, y ya frente a ella le preguntó:

Luna ¿Por qué siempre estás tan triste y seria? si eres luminosa y tan grande, gracias a tu luz platino, cada anochecer alumbras senderos, lagos y valles, en una forma tan sutil. En cambio yo, soy tan pequeña, no tengo la luz suficiente para llegar hasta ellos y chispeo alegremente por el hecho de que existo. ¿Sabías tú, que cada titilo es una sonrisa?

Y la luna que escuchaba con atención, le replica:

¡Estrella! es que siempre estoy rodeada de tanta oscuridad, sueño con ser el sol, tener una luz fuerte y brillante. Quiero dar calor a todos los seres de la Tierra y transformar las noches en días hermosos, quiero dar luz, y bien sabes Estrella, la luz es vida para todos, quiero ser como el sol que regala a otros su luz y calor.

Ummmmm, Estrella con más firmeza le responde: ¡Luna! ¿Y esa es la razón de tu tristeza? Si, respondió la Luna.

Escucha mi querida Luna, eres grande, eres hermosa, no tienes que sentirte triste, voy a decirte algo, y te pido lo medites: lo importante no es desear, ni querer ser como otros, sino mostrarnos tal como somos, sin buscar a quien parecernos, porque con nuestros defectos y virtudes somos parte importante de un todo. Somos una pieza única del Universo, y gracias a esa maravillosa verdad, somos y existimos. Por un instante, trata de imaginarte ¿qué sería la noche sin ti? Tú vales muchísimo, a pesar de que la luz que nos proyectas puede ser tenue. Sigues siendo importante para todos los seres de la tierra, iluminas, marcas el tiempo con tus variadas y hermosas formas, inspiras amor, sentimientos y las más bellas melodías. No veo razón para tu tristeza Luna.

La Luna pensativa; responde: ¡Tienes razón Estrella! me has dado tremenda lección de humildad, me has enseñado que valorando y amando lo que ya poseemos nos colma de infinitas bendiciones, nos abre los ojos del alma, nos permite apreciarnos en todo nuestro esplendor. Somos tan inmensamente grandes o tan pequeños, esa apreciación dependerá, de la perspectiva que tengamos de nuestra propia esencia.

Gracias Estrella, eres pequeñita pero con una inmensa luz interior. Gracias por sonreírnos, tus sonrisas me recuerdan, que podemos ser luz en la inmensa oscuridad. Desde ese momento se hicieron grandes amigas, la Luna más nunca sintió tristeza, por el contrario, se dio cuenta que su luz platino era hermosa y reluciente, y aunque no era tan grande y luminosa como el sol, era capaz de alumbrar la oscuridad con su manto de platino.

A partir de ese día, la Luna aprendió a soltar y a amar todas sus emociones, aprendió a SER ella misma en todas sus fases, incluso, en su fase más oscura, aprendió, que siempre en su interior brilla la más hermosa luz, una luz única y perfecta. Y en cada amanecer agradece, allí en el horizonte sus infinitos dones de amor y luz.

...Meba...

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