El desorden en todas sus formas altera
el camino para alcanzar nuestras metas y sueños. Bloquea las vías de acceso de
oportunidades y nos hace perder tiempo, que puede ser valiosísimo para
estructurar de manera ordenada y disciplinada nuestro plan de vida.
Un día Pedro les preguntó a sus
hijos Juan y Pablo qué negocio querían poner. Juan le gustaba mucho los
deportes y quería un gimnasio; Pablo no sabía lo que quería, y por imitar a su
hermano mayor, le pidió a su padre que le abriera un gimnasio.
El Sr. Pedro
montó los dos gimnasios, en lugares diferentes de la ciudad pero con las mismas
características de marketing de lanzamiento en ambos.
Juan amaba sus
actividades, era muy ordenado y disciplinado al cabo de varios meses prosperó.
Pablo aunque le gustaba hacer ejercicios, le fastidiaba atender a otros, en poco
tiempo acabó en la ruina, el siempre se quejaba y para justificar su fracaso dijo que su gimnasio estaba en el peor lugar de la ciudad. Su padre les
propuso intercambiar de gimnasio. Juan se fue al gimnasio de Pablo y Pablo se
fue al gimnasio de Juan.
Al cabo de un año Pablo volvió a
fracasar y Juan logró que el gimnasio de su hermano creciera y prosperara. ¿Qué pasaba?
Juan vino al mundo a poner un gimnasio, mientras que Pablo no. Juan sabía lo
que quería mientras que Pablo no. El gimnasio no era para Pablo, no era su
función; no es ni bueno ni malo, simplemente no era para él. Pablo terminó de
empleado de su hermano, obedeciendo órdenes y ganándose un sueldo. No era para
él ese oficio.
Ley de correspondencia, a Pablo no
le corresponde ciertamente manejar un gimnasio. ¿Qué le hace falta a Pablo?
Pablo debería preguntarse ¿Qué necesito aprender de esto? ¿Qué deseo? ¿Qué me gusta?
Cada situación que se vive es correspondiente y exacta para cada uno.
Reconocer esto, nos permite
entender que cada persona vive una experiencia diferente, pero necesaria y
correspondiente con el mismo. Nuestros problemas son el resultado de nuestros
errores, pero estos no nos hace culpables, sino sólo correspondientes con el
resultado: no se trata de un castigo, sino de un resultado.
Cuando aprendemos a
ver el valor que tiene cada experiencia y a disfrutar lo que normalmente
llamamos dificultades, nada será un problema, sino una herramienta de trabajo,
una oportunidad de aprendizaje. Las difíciles no son injustas, son
correspondientes.
No hay ninguna circunstancia
injusta, todo lo que ha sucedido en nuestra vida, lo que sucede ahora y lo que
sucederá, es la generación de nuestra propia correspondencia, por lo que no
tenemos por qué culpar a nada ni a nadie por ello.
Todos los seres humanos, sin
excepción, estamos ubicados en el lugar perfecto para adquirir el aprendizaje
exacto, que nos trajo al mundo físico.
Además, realizamos siempre un doble
propósito: aprender y enseñar. Otro aspecto, el amor y falta de amor es el
origen de todo cuanto sucede y su sentir/acción nos libera de todo suceso.
El
amor es paz, gozo, felicidad, armonía y equilibrio. Y empieza con nosotros
mismos. Ama la realidad que construyes y nadie detendrá tus sueños.
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