El
doctor Joseph Murphy merece la consideración de figura prominente en el ámbito
del desarrollo del potencial humano. Se le tiene como el heredero espiritual de
escritores de la talla de James Allen, Dale Carnegie, Napoleon Hill y Norman
Peale, y es el precursor e inspirador de escritores y conferenciantes
contemporáneos dedicados a la motivación, entre lo que se encuentran Tony
Robbins, Zig Ziglar y Earl Nightingale.
Autor
y compilador más famoso de las oraciones científicas, centrado en el poder del
pensamiento, la subconsciencia, la fe en las propias fortalezas y el poder del
Universo.
Para
Murphy todas nuestras experiencias, vivencias, condiciones y actos son producto
de la mente subconsciente en respuesta a los pensamientos. Recuerda: no es la
cosa en la que crees, sino la fe que hay en tu propia mente lo que produce los
resultados. Deja de aceptar las falsas creencias, opiniones, supersticiones y
miedos que amenazan a la humanidad. Empieza a creer en las verdades eternas de
la vida que nunca cambian. En ese momento empezarás a moverte hacia delante,
hacia arriba y hacia Dios.
Sólo
tienes una mente, pero esa mente posee dos partes funcionales distintas. La
frontera que las separa es bien conocida para los que estudian la mente. Las
dos funciones de la mente son esencialmente distintas una de la otra. Cada una
tiene sus atribuciones y poderes propios.
Se
han usado muchos nombres para distinguir las dos funciones de la mente. Entre
ellos están «mente objetiva y mente subjetiva», «consciente y subconsciente». Todos
ellos, cualesquiera que sean sus implicaciones, son reconocimientos de esta
dualidad esencial
Una
forma estupenda de empezar a conocer las dos funciones de tu mente es verla
como un jardín. Tú eres el jardinero. Estás plantando semillas de pensamiento
en tu mente subconsciente todo el día. La mayoría del tiempo no te das siquiera
cuenta de que lo estás haciendo, porque las semillas se basan en tus
pensamientos habituales.
Según
siembres en tu mente subconsciente, así cosecharás en tu cuerpo y en tu
entorno. Imagínate a tu mente subconsciente como una porción de tierra fértil
que ayudará a todo tipo de semillas a germinar y florecer, ya sean buenas o
malas. Si siembras espinos, ¿cosecharás uvas? Si siembras cardos, ¿recogerás
higos?
Todo
pensamiento es una causa, y todo estado posterior es un efecto. Por eso es
imprescindible que te hagas cargo de tus pensamientos. De ese modo, sólo
producirás estados deseables.
Empieza
ahora a plantar pensamientos de paz, felicidad, buenas acciones, buena voluntad
y prosperidad. Piensa con tranquilidad y convicción en esas cualidades.
Acéptalas por completo en tu razonamiento consciente. Continúa plantando esas
maravillosas semillas de pensamiento en el jardín de tu mente, y tendrás una
cosecha gloriosa.
Cuando tu mente piensa de forma correcta, cuando entiendes la verdad, cuando los
pensamientos depositados en tu mente subconsciente son constructivos, armoniosos y
apacibles, el poder mágico de tu subconsciente responderá. Te proporcionará
estados armoniosos, entornos agradables y todo lo mejor. Una vez que empieces a
controlar tus procesos de pensamiento, podrás aplicar los poderes del subconsciente
a cualquier problema o dificultad. Estarás, de hecho, cooperando conscientemente
con el poder infinito y la ley omnipotente que gobierna todas las cosas.
Mira a tu alrededor. Dondequiera que vivas, cualquiera que sea el círculo social
al que pertenezcas, verás que la inmensa mayoría de la gente vive en el mundo
externo. Aquellos que son más ilustrados, sin embargo, están intensamente
implicados con el mundo interno. Ellos se dan cuenta —como harás tú— que el
mundo interno crea el mundo externo. Tus pensamientos, sentimientos e imágenes
visualizadas son el principio organizador de tu experiencia. El mundo interno es el
único poder creativo. Todo lo que encuentras en el mundo exterior ha sido creado
por ti en el mundo interior de tu mente, ya sea consciente o inconscientemente.
Una
vez que aprendas la verdad sobre la interacción de tus mentes consciente y
subconsciente, podrás transformar toda tu vida. Si quieres transformar los
estados externos, tendrás que transformar la causa. La mayoría de la gente
intenta transformar los estados y circunstancias externos trabajando directamente
sobre esos estados y circunstancias. Esto es una terrible pérdida de tiempo y
esfuerzo. No consiguen ver que sus estados fluyen de una causa. Para
acabar con la discordia, la confusión, las privaciones y las limitaciones de tu
vida, debes eliminar la causa. Esa causa es la forma
en que utilizas tu mente consciente, los pensamientos e imágenes que introduces
en ella. Cambia la causa y cambiarás el efecto. Es así de sencillo.
Todos
vivimos en un mar insondable de riquezas infinitas. Tu subconsciente es muy
sensible a tus pensamientos conscientes. Esos pensamientos conscientes son la
matriz a través de la que fluyen la Inteligencia Infinita, la sabiduría, las
fuerzas vitales y las energías de tu subconsciente. Da forma a esa matriz en
una dirección más positiva, y estarás dando una nueva dirección a esas energías
para tu gran beneficio.
La
mayoría de los grandes científicos, artistas, poetas, cantantes, escritores e
inventores han tenido un profundo conocimiento del funcionamiento de las mentes
consciente y subconsciente. Eso fue lo que les dio el poder para conseguir sus
metas.
En
cierta ocasión, el gran tenor Enrico Caruso sufrió un ataque de miedo escénico.
Los espasmos causados por el miedo intenso le provocaron una contractura en los
músculos de la garganta. Sentía sus cuerdas vocales paralizadas, inútiles. Se
quedó entre bambalinas, ya vestido para actuar, con el rostro empapado en
sudor. Se suponía que iba a salir a cantar al escenario en tan sólo un momento
ante una multitudinaria y expectante audiencia.
Tembloroso,
dijo: «No puedo cantar. Se van a reír de mí. Mi carrera está acabada». Se dio
la vuelta para regresar a su camerino, pero de repente se paró y gritó: «Mi
Pequeño Yo está intentando matar a mi Gran Yo». Se giró hacia el escenario otra
vez y se irguió más alto. «Sal de aquí», ordenó, dirigiéndose a su Pequeño Yo.
«El Gran Yo quiere cantar a través mío».
Con
el «Gran Yo», Caruso quería decir el poder ilimitado y la sabiduría de su mente
subconsciente. Empezó a gritar: « ¡Fuera, fuera, el Gran Yo va a cantar!». Su
mente subconsciente respondió liberando sus fuerzas vitales internas. Cuando
sonó la llamada, salió al escenario y cantó de forma majestuosa y gloriosa.
Cautivó a la audiencia.
Caruso
entendía los dos niveles de la mente —el consciente o racional y el
subconsciente o irracional—. Tu mente subconsciente es reactiva. Responde a la
naturaleza de los pensamientos. Cuando la mente consciente (el «Pequeño Yo» de
Caruso) está aterrada, preocupada o sufre ansiedad, las emociones negativas que
se crean en la mente subconsciente (el «Gran Yo») son liberadas e inundan la
mente consciente con una sensación de pánico, aprensión y desesperación. Cuando
esto te ocurra, puedes seguir el ejemplo del gran Caruso.
Puedes
hablar de forma autoritaria a las emociones irracionales que se ha generado en
las profundidades de tu mente. Puedes decir: «Calma, tranquilo, tengo el
control. Debes obedecerme. Estás sujeto a mis órdenes. No puedes inmiscuirte
donde no te pertenece».
Te
fascinará ver lo que ocurre cuando le hables autoritariamente y con convicción
al movimiento irracional de tu yo profundo. Tu mente se inundará de armonía y
paz. El subconsciente está subordinado a la mente consciente. Por eso
se llama subconsciente o subjetivo.
Veamos este ejemplo:
La
mente consciente es como el timonel o el capitán en el puente de un barco. Él
dirige el barco. Él da órdenes a los hombres de la sala de máquinas. Ellos, por
s parte, controlan las calderas, instrumentos, indicadores, etcétera. Los
hombres de la sala de máquinas no saben dónde van; cumplen órdenes. Se irían
contra las rocas si el hombre del puente diera instrucciones defectuosas o
equivocadas, basadas en sus cálculos con la brújula, el sextante y otros
instrumentos. Los hombres de la sala de máquinas le obedecen porque él está al
mando. Puesto que se supone que sabe lo que hace, los miembros de la
tripulación no replican al capitán; simplemente cumplen sus órdenes.
El
capitán es el amo del barco y lo que él decreta se lleva a cabo. Del mismo
modo, tu consciente es el capitán de tu barco —tu cuerpo, tu entorno y todo lo
que te concierne-. Tu subconsciente acata las órdenes que le das, de acuerdo
con lo que tu consciente cree y acepta como verdadero. No cuestiona las órdenes
o la base sobre la que se dan.
Si
te repites a ti mismo: «No puedo permitírmelo», tu mente subconsciente te toma
la palabra. Se encarga de que no estés en condiciones de comprar lo que
quieres. Mientras sigas diciendo: «No puedo permitirme esas vacaciones, ese
coche, esa casa», puedes estar seguro que tu mente subconsciente cumplirá tus
órdenes. Pasarás por la vida experimentando la carencia de todas estas cosas, y
creerás que las circunstancias son las culpables. No se te ocurrirá que tú
mismo creaste esas circunstancias mediante tus propios pensamientos, incrédulos
y negativos.
Otro
ejemplo:
La
Nochebuena pasada, una chica llamada Nina W., estudiante en la Universidad de
California del Sur, iba paseando por una zona de compras para gente de clase
alta en Beverly Hills. Su mente estaba llena de expectación. Estaba a punto de
pasar las vacaciones con su familia en Buffalo, Nueva York.
Al
pasar junto a un escaparate, un bonito bolso de piel español le llamó la
atención. Lo miró con anhelo, pero entonces vio el precio y suspiró. Estaba a
punto de decirse a sí misma: «Nunca podría permitirme un bolso ta caro».
Entonces
recordó algo que me había oído decir en una de mis conferencias: «Nunca
termines una afirmación negativa. Dale la vuelta de inmediato, y ocurrirá
maravillas en tu vida».
Mirando
a través del cristal, dijo: «Ese bolso es mío. Está en venta. Lo acepto
mentalmente, y mi subconsciente se encargará de que lo reciba». Más tarde, ese
mismo día, Nina se encontró con su prometido para una cena de despedida. Él
llegó con un regalo elegantemente envuelto bajo el brazo. Conteniendo el
aliento, ella lo desenvolvió. Ahí estaba el bolso de piel que ella había estado
contemplando en el escaparate y había identificado como suyo esa misma mañana.
Después
había traspasado el asunto a su mente profunda, que tiene el poder de la
consecución. Más tarde, Nina me dijo: «No tenía dinero para comprar ese bolso,
y aun así es mío. He aprendido dónde encontrar dinero y todo lo que necesite,
no en vano llevo dentro de mí una fuente inagotable de eternidad».
TU
SUBCONSCIENTE ES UN CUARTO OSCURO
Tu
subconsciente es tu gran cuarto oscuro. Es tu lugar secreto en el que se
desarrolla tu vida externa.
Por
consiguiente, no es tu nombre, tu manera de vestir, tus padres, tu vecindad o
el coche que conduces eso que hace de ti lo que eres y quien eres. Eres las
creencias que toman forma —imagen a imagen, en la luz y en la oscuridad— dentro
de ese cuarto oscuro y subterráneo del que eres dueño. Desde un punto de vista
moral, tu subconsciente es completamente neutral y está siempre dispuesto —sin
importarle que tanto tú como la sociedad lo estime bueno o malo— a dar por
adecuado cualquier hábito. Es por esto por lo que cuando despreocupadamente
arrojamos, una y otra vez, pensamientos negativos dentro de nuestro
subconsciente —esto es, dentro de este cuarto oscuro nuestro—, nos sorprendemos
tanto al comprobar que estos tempestuosos pensamientos encuentran, también una
y otra vez, un modo de expresarse en nuestras experiencias y relaciones
diarias. De hecho, es raro encontrar algo que nos haya sucedido en el que
no hayamos participado para que sea de esa forma.
Para
que tu mundo cambie, tienes que cambiar tu mente a fondo. Ahora bien, si
aceptas este concepto de cuarto oscuro, te verás felizmente libre de
cualquier preocupación que tenga que ver con el proceso. Si tienes en
cuenta esta idea, comprobarás que cambiar tu vida no es una empresa tan ardua.
¿Cuánto esfuerzo sería necesario para la simple sustitución de las imágenes
mentales actuales por otras nuevas? Este conocimiento podría significar
para ti el comienzo de un período confortable de cambios positivos.
Quizá
te sorprenda saber que todas las creencias y tendencias que te fuero inculcadas
en los primeros días de tu existencia estén todavía contigo y tengan la
facultad de manifestarse y de influir en tu vida. Todos nosotros somos
poseedores de una buena cantidad de tales creencias e ideas que tenemos
largamente olvidadas y que muy bien pudieran tener su origen en la infancia.
Pues bien, estas creencias e ideas están ocultas en los recovecos más profundos
de este cuarto oscuro que es nuestro subconsciente. Después de saber esto está
claro que es hora de desarrollar un sano respeto hacia tus pensamientos.
Por
ejemplo, si estás convencido que sentarte cerca de un ventilador te producirá
tortícolis, tu subconsciente hará todo lo que esté en su mano para que tengas
tortícolis. No es, por tanto, la acción del ventilador —ya que, al fin y al
cabo, lo que hace este aparato es proyectar inocuas moléculas de energía que
oscilan a alta frecuencia— la que causará las molestias en tu cuello, sino tus
creencias erróneas. El ventilador es inofensivo.
Y
si temes coger un resfriado porque alguien en la oficina ha estornudado, este
miedo se convierte en un movimiento de tu propia mente que crea lo que tú
esperas, temes
y crees. Te darás cuenta de que otras personas de tu oficina no se resfrían y
es porque no creen en ello. Ellas creen en la salud.
Ya
lo dijo Job: Lo que tanto temía me
ha sobrevenido.
Veamos,
¿de dónde crees tú que procede el poder de la sanación milagrosa? Pues de
ninguna otra parte que de la propia mente subconsciente. Si llenas tu cuarto
oscuro de grandes verdades, tus concepciones externas las reflejarán. Tu
subconsciente aceptará estas verdades y te imbuirá de una compulsión
subconsciente para sanar, para ser pacífico. Al igual que una manzana es buena
para tu circulación sanguínea, estos pensamientos anidan en tu mente y afectan
a tu vida. Es algo parecido a cómo aprendes a andar, nadar, bailar o tocar el
piano. Si repites un pensamiento con insistencia, después de algún tiempo se
convertirá en una segunda naturaleza. Así es el rezar, así es el ajustarse a un
principio superior. La gasolina tal cual no es la que hace que tu coche se
mueva, tiene que pulverizarse primero; es decir, tiene que alterarse antes de
adquirir un poder cinético. Lo mismo pasa con tu mente: que tiene que cambiar
para que puedas mover o configurar tu mundo de la forma que desees.
Además
de estar relacionado con la sanación, es en tu cuarto oscuro subconsciente
donde se produce tu riqueza. Para ver cómo la abundancia se convierte en la
tónica de tu vida, lo primero que tienes que procurar es hacer rico al
subconsciente. He aquí la clave.
A
medida que vayas conociendo mejor las leyes de la mente, creerás y sabrás de
manera rotunda que, independientemente de las situaciones económicas, de las
fluctuaciones del mercado de valores, de la depresión, de las huelgas, de la
guerra o de cualquier otra condición o circunstancia, tú estarás siempre
ampliamente surtido. Y lo serás, por la sencilla razón de que has llevado la
idea de riqueza a tu subconsciente, de que has surtido tu cuarto oscuro con una
imagen de la riqueza. Tendrás que convencer a tu imagen secreta de que el
dinero fluirá siempre libremente a lo largo de toda tu vida y de que habrá
siempre un maravilloso remanente. Si hubiese una hecatombe financiera el día de
mañana y perdiesen valor todas tus posesiones, tú seguirías con la facultad
de atraer el dinero y estarías, por tanto, a salvo.
El
cuarto oscuro de tu subconsciente está repleto de nuevas y grandes ideas;
debido a esto, no tienes por qué preocuparte en reemplazar a las antiguas. No
pierdas más tiempo y empieza a pensar en todo aquello que sea verdadero,
adorable y noble, y verás cómo pronto serás poseedor de estas cualidades.
Recuerda que Dios proclamó que todas las cosas son buenas o muy buenas; tú
debes hacer lo mismo. Esta forma de pensar hará que sientas un nuevo, sano y
profundo respeto por tus pensamientos; asimismo, contribuirá a que te percates
que has dejado de ser una víctima de circunstancias en las que, según tú, no
habías intervenido para nada.